Nuestra identidad
Identidad cristiana:
el corazón del proyecto educativo
El propósito de todo nuestro quehacer educativo es construir una sólida identidad cristiana en los alumnos, que consiste en un encuentro personal con Cristo, que el colegio facilita a los alumnos, principalmente a través del ofrecimiento de los sacramentos, otras prácticas de piedad y la formación cristiana.
Todo en el colegio busca formar y habla de un modo de ser que se empeña en vivir la caridad, la comprensión, el respeto mutuo y el espíritu de servicio. Por lo tanto, la transmisión de la fe en los colegios SEDUC no es una actividad meramente teórica, sino vital, existencial; no se reduce a determinados momentos, sino que se realiza a través de todas las actividades y relaciones que constituyen el entramado de la comunidad escolar, y se traduce en un trabajo solidario activo y comprometido.
Relación con el Opus Dei
Nuestros colegios nacieron por iniciativa de un grupo de familias que participaban en actividades promovidas por el Opus Dei. Ellas, animadas por san Josemaría –fundador del Opus Dei-, se lanzaron a la aventura de formar estos centros educativos para acercar a más familias a Cristo. El Opus Dei solo tiene fines espirituales, de modo que, cuando presta su colaboración a algunas entidades -en este caso, educativas-, lo hace en el ámbito espiritual y apostólico. No toma decisiones, ni asume responsabilidades civiles, jurídicas, técnicas, económicas, etc., propias de SEDUC o de cualquiera de sus colegios.
¿Cómo nos apoya el Opus Dei?
Atención pastoral de quienes la soliciten libremente.
Orientación de las clases de Religión.
Orientación para que los colegios promuevan y custodien su identidad cristiana.
La dimensión cristiana secular de los colegios SEDUC
Cristianos en el mundo
La dimensión secular cristiana comprende “lo del mundo”, no como una realidad opuesta a lo religioso, sino como una visión del hombre cuya vocación cristiana se realiza –precisamente– en este mundo, es decir, en las circunstancias ordinarias en que se desenvuelve, porque la fe es capaz de impregnar todas las realidades terrenas. Cada disciplina se desarrolla con la rigurosidad que le es propia, según su objeto y su método, sin confundir planos, ni recurrir a verdades de fe para dar respuesta a cuestiones que por su propia índole pertenecen al mundo de las ciencias y humanidades.
El valor del trabajo como servicio
Uno de los principales acentos de la identidad cristiana de los colegios SEDUC es el valor del trabajo bien hecho como ocasión de encuentro con Dios, realización personal y servicio a los
demás. Pero más relevante que el trabajo en sí mismo, es la convicción de que el ejercicio de las virtudes y valores en su ejecución es el modo concreto para encontrarse con Dios, acercarlo a los
demás y construir un mundo más humano, pleno y feliz.
Esta convicción tiene consecuencias prácticas. En primer lugar, se busca poner todo el talento, el esfuerzo y la creatividad al servicio
de esta misión, independientemente del resultado que se consiga. Un trabajo con sentido cristiano lleva a inculcar en la comunidad escolar que no existen labores de distinto valor, que lo
importante es el amor con que ellas se realizan, sean éstas de carácter manual o intelectual.
Se procura que el trabajo en el colegio, desde el más simple hasta el más complejo, forme la
personalidad de quienes son parte de la comunidad educativa. A través de la ocupación – el alumno estudiando, el profesor enseñando, el auxiliar y el administrativo colaborando
en el sostenimiento material del colegio – se contribuye al bien común.
En este sentido, trabajar bien exigirá intentar generar un entorno propicio que permita el desarrollo de las virtudes en el
quehacer diario. Supondrá afirmar que toda actividad requiere preparación y estudio permanente.
Trabajo colaborativo y gobierno colegiado
En un gobierno colegiado, los asuntos se estudian desde distintas perspectivas, se corrigen mejor los errores y se favorece la unidad de criterio
Los profesores y directivos de los colegios SEDUC entienden su trabajo como fruto de un esfuerzo colectivo. Esto supone un sentido del trabajo en equipo
que se manifiesta en la capacidad de los docentes para aportar desde sus distintas disciplinas y funciones dentro del colegio a los objetivos planteados
para cada alumno(a) y para la comunidad en general.
A nivel directivo, es un sello la colegialidad como forma de gobierno. La toma de decisiones se realiza en conjunto dentro de un órgano conformado por varias
personas, de modo que la decisión adoptada se atribuye al órgano colegiado y no a las personas individuales que lo componen. Esta modalidad fortalece la unidad,
favorece la prudencia y la serenidad en la toma de decisiones.
Un clima de libertad verdadera
En los colegios SEDUC, la defensa, el reconocimiento y el amor por la libertad es un ideal que se anhela y se busca hacer vida al interior de cada comunidad escolar.
El hombre es un ser creado libre, dotado de una inteligencia que hay que iluminar para acercarla a la verdad, una voluntad que hay que fortalecer y una afectividad que hay que cultivar.
En definitiva, una criatura a la que es necesario educar para que haga el mejor uso posible de su libertad para realizar el fin de la existencia, el sentido de la vida: el amor a Dios y al prójimo.
La primera educación de la libertad se produce en el seno de la familia, proceso al que se suma más tarde la institución escolar. En el colegio se fomenta en los alumnos el desarrollo de esa capacidad
para elegir el bien.
Por ello, el desarrollo del pensamiento crítico, con el fin de razonar en torno al bien y a la necesidad de escogerlo para ser feliz y servir a la sociedad, es fundamental.
No hay derechos sin deberes en la comunidad escolar. Los colegios SEDUC tienen fines precisos en la formación de sus alumnos y es en función de esos fines que el colegio tiene exigencias concretas.
Los alumnos, formados gradualmente en un clima de libertad y responsabilidad, podrán insertarse en la sociedad como adultos que ven en las libertades civiles un gran bien.
El colegio como extensión de la familia
La formación de la inteligencia, la voluntad y la afectividad que permiten el despliegue de la personalidad, comienza en la familia; en los padres que acompañan a sus hijos en el camino para llegar a ser adultos libres y responsables.
Los colegios SEDUC reconocen a los padres de familia como primeros educadores de sus hijos, y ven al colegio como prolongación del ambiente familiar.
Los padres en primer plano
Uno de los rasgos fundacionales de los colegios SEDUC considera que la familia es el ambiente más idóneo para educar en el amor. Es el único espacio donde la aceptación de la persona es incondicional, donde cada
individuo es amado y valorado por el solo hecho de existir.
Desde esta concepción, los colegios SEDUC procuran promover la estabilidad y formación de sus familias a través de cursos de orientación familiar; mediante las entrevistas personales de cada familia con los profesores
jefes; en planes de formación previstos para las diferentes edades de los hijos(as) y en las diversas iniciativas tendientes a capacitar a las familias en su insustituible papel educativo.
Familias y colegios SEDUC
Toda autoridad ejercida por el colegio viene expresamente delegada desde la familia. De este modo, cada colegio desempeña –subsidiariamente– este rol formativo. El colegio es entonces una extensión de la familia, los padres no ayudan a los profesores a educar a
sus hijos, sino que son los profesores quienes colaboran con ellos en este proceso educativo.
En relación a la educación de la piedad y la vida sacramental, corresponde a los padres un rol fundamental: solicitan al colegio los sacramentos para
sus hijos –cuando éstos son menores de edad– y se preparan para acompañarlos adecuadamente en los hitos esenciales de su vida cristiana.
La naturaleza de la relación entre familia y colegio es, entonces, particularmente estrecha: los padres escogen
libremente el centro educativo para sus hijos(as), y el colegio, por su parte, desde sus procesos de admisión, asegura la mayor claridad posible en la transmisión de su proyecto educativo, de modo que los padres puedan escoger y adherir, íntegra y libremente,
a la propuesta educativa. Se trata de un estilo colaborativo, de trabajo en equipo, basado en la unidad y la confianza; muy diferente al estilo de una mera prestación de servicios entre una institución y sus clientes.
El docente como prolongación de la familia
Los profesores SEDUC son un agente decisivo del proceso
educativo: materializan el ideario del colegio; articulan la
relación entre la familia y los distintos actores de la
comunidad educativa. Son, de algún modo, la extensión de
la familia en el colegio.
El respeto a la figura del profesor y a su trabajo es una
característica del proyecto educativo SEDUC. Este cuidado
se traduce en la preocupación permanente por ofrecer
oportunidades para su promoción profesional, humana y
espiritual, además de generar las condiciones pedagógicas
que permitan su identificación con los ideales del colegio.
Este ambiente formativo sólo se puede lograr con la
colaboración profesional de los auxiliares y administrativos
de cada colegio. Su trabajo es el que permite que alumnos y
docentes puedan interactuar en un entorno propicio para el
desarrollo de todas sus potencialidades.
Los rasgos que definen a los profesores SEDUC: amor a su vocación pedagógica; una visión del trabajo como medio de desarrollo humano y profesional; competencia técnico - pedagógica; la convicción de que el proceso educativo se traduce en un encuentro personal con padres y alumnos; y un profundo respeto y compromiso con las definiciones esenciales del proyecto educativo institucional, para ser un activo promotor de éste al interior del colegio.
Cada alumno es único y protagonista
El énfasis en la personalización significa que el protagonista de la educación es el propio alumno y que, aunque es verdad que la educación requiere de un maestro que guíe su aprendizaje y formación, lo fundamental es que sea el alumno quien –con apertura de corazón y mente– quiera aprender y dejarse guiar. La personalización busca la formación integral del alumno, para que no sólo sea un “buen alumno”, sino que sea un “alumno bueno”.
Una formación personalizada integral
El proyecto educativo apunta a ser integral e integrado, a
través de una educación formativa y académica. La
instrucción académica se construye sobre sólidos
fundamentos formativos.
El énfasis en la personalización del estilo educativo se
expresa, también, en el trato uno a uno que el colegio
procura entregar, a través de asesoramientos formativos
y académicos, entre los cuales destacan la tutoría y la
entrevista con los padres.
A su vez, con este mismo objetivo, los capellanes ofrecen
a quienes libremente quieren tomarlo, acompañamiento
espiritual personal a cada alumno.
En los colegios SEDUC se procura educar a “cada” persona y a “toda” la persona.
Una opción diferenciada
En el contexto de una educación personalizada, los colegios
SEDUC han optado por una educación diferenciada, es
decir, separada para hombres y mujeres. En la base de esta
elección, está la convicción de que la persona, varón o
mujer, única e irrepetible, requiere una atención particular
a su forma de ser, a su modo especial de ver, sentir y
percibir el mundo que lo rodea.
Se trata de un sistema pedagógico que –asumiendo la
igualdad radical de hombres y mujeres en dignidad,
derechos y deberes– reconoce la existencia de una serie de
diferencias innatas y propias de cada sexo y las aprovecha educando por
separado a alumnas y alumnos, para optimizar sus posibilidades y lograr una
verdadera igualdad de oportunidades, libre de estereotipos de género y en
un entorno de confianza y seguridad de alumnos y alumnas.
Adherir a la educación diferenciada no significa, en modo alguno, menospreciar o calificar a la opción mixta como deficiente o inferior. Ambos modelos son totalmente legítimos, y representan alternativas igualmente válidas según el proyecto educativo que promuevan.